
La actual crisis global no sólo está haciendo que el aumento de los precios de los alimentos golpee a muchos países pobres y en desarrollo, sino también impacta en los flujos externos que llegan a dichos países a través de las remesas.
La contracción de la economía estadounidense, principal fuente donde provienen las remesas hacia los países de América Latina y el Caribe, también está desacelerando estos flujos monetarios.
Un reciente estudio del Banco Mundial “Remesas y Desarrollo: lecciones de América Latina”, señala que para el 2006 las remesas hacia América Latina sumaron US$ 52,000 millones, monto superior a los flujos recibidos en la región de la Asistencia Oficial para el Desarrollo (AOD) y comparables con los flujos de Inversión Extranjera Directa (IED).
Esto ha llevado a que la región sea considerada la principal receptora de remesas tanto en términos per cápita como en volumen (US$ 52,000 millones y en promedio US$ 90 por persona a cifras del 2005).
La importancia de las remesas es muy importante para los países de América Central el Caribe , siendo el 25% del PBI de Guyana y de Haití, mientras que es el 22% para Honduras, 19% en Jamaica y el 17% en El Salvador.
El flujo de remesas hacia las familias más pobres se halla en países como México en donde el 61% de los hogares que reciben remesas pertenecen al quintil más bajo, mientras que sólo el 4% de ellos está en el quintil superior. En Paraguay también el 42% de los hogares receptores son del quintil inferior mientras que el 8% pertenece al quintil superior.
En otros países, como Perú y Nicaragua, según las estimaciones del Banco Mundial, las remesas fluyen hacia los más ricos, así en Perú menos del 6% de los hogares que reciben remesas pertenecen al quintil más bajo, mientras que el 40% corresponde al quintil superior. En Nicaragua el panorama es similar con 12% en el más bajo y 33% en el superior.
El patrón de migración de la región tiene como destino principal los Estados Unidos, con un flujo de migrantes latinoamericanos creciente en 86% entre 1990 al 2000.Pero este panorama puede cambiar, debido a que la menor actividad económica en el país del Norte puede expulsar de la economía a trabajadores migrantes, reducir salarios y hacer menos atractivas las jornada laborales, repercutiendo desfavorablemente en muchas economías regionales, en especial las centroamericanas.
La contracción de la economía estadounidense, principal fuente donde provienen las remesas hacia los países de América Latina y el Caribe, también está desacelerando estos flujos monetarios.
Un reciente estudio del Banco Mundial “Remesas y Desarrollo: lecciones de América Latina”, señala que para el 2006 las remesas hacia América Latina sumaron US$ 52,000 millones, monto superior a los flujos recibidos en la región de la Asistencia Oficial para el Desarrollo (AOD) y comparables con los flujos de Inversión Extranjera Directa (IED).
Esto ha llevado a que la región sea considerada la principal receptora de remesas tanto en términos per cápita como en volumen (US$ 52,000 millones y en promedio US$ 90 por persona a cifras del 2005).
La importancia de las remesas es muy importante para los países de América Central el Caribe , siendo el 25% del PBI de Guyana y de Haití, mientras que es el 22% para Honduras, 19% en Jamaica y el 17% en El Salvador.
El flujo de remesas hacia las familias más pobres se halla en países como México en donde el 61% de los hogares que reciben remesas pertenecen al quintil más bajo, mientras que sólo el 4% de ellos está en el quintil superior. En Paraguay también el 42% de los hogares receptores son del quintil inferior mientras que el 8% pertenece al quintil superior.
En otros países, como Perú y Nicaragua, según las estimaciones del Banco Mundial, las remesas fluyen hacia los más ricos, así en Perú menos del 6% de los hogares que reciben remesas pertenecen al quintil más bajo, mientras que el 40% corresponde al quintil superior. En Nicaragua el panorama es similar con 12% en el más bajo y 33% en el superior.
El patrón de migración de la región tiene como destino principal los Estados Unidos, con un flujo de migrantes latinoamericanos creciente en 86% entre 1990 al 2000.Pero este panorama puede cambiar, debido a que la menor actividad económica en el país del Norte puede expulsar de la economía a trabajadores migrantes, reducir salarios y hacer menos atractivas las jornada laborales, repercutiendo desfavorablemente en muchas economías regionales, en especial las centroamericanas.
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