martes, 15 de abril de 2008

La alerta sobre las remesas


La actual crisis global no sólo está haciendo que el aumento de los precios de los alimentos golpee a muchos países pobres y en desarrollo, sino también impacta en los flujos externos que llegan a dichos países a través de las remesas.

La contracción de la economía estadounidense, principal fuente donde provienen las remesas hacia los países de América Latina y el Caribe, también está desacelerando estos flujos monetarios.

Un reciente estudio del Banco Mundial “Remesas y Desarrollo: lecciones de América Latina”, señala que para el 2006 las remesas hacia América Latina sumaron US$ 52,000 millones, monto superior a los flujos recibidos en la región de la Asistencia Oficial para el Desarrollo (AOD) y comparables con los flujos de Inversión Extranjera Directa (IED).

Esto ha llevado a que la región sea considerada la principal receptora de remesas tanto en términos per cápita como en volumen (US$ 52,000 millones y en promedio US$ 90 por persona a cifras del 2005).

La importancia de las remesas es muy importante para los países de América Central el Caribe , siendo el 25% del PBI de Guyana y de Haití, mientras que es el 22% para Honduras, 19% en Jamaica y el 17% en El Salvador.

El flujo de remesas hacia las familias más pobres se halla en países como México en donde el 61% de los hogares que reciben remesas pertenecen al quintil más bajo, mientras que sólo el 4% de ellos está en el quintil superior. En Paraguay también el 42% de los hogares receptores son del quintil inferior mientras que el 8% pertenece al quintil superior.

En otros países, como Perú y Nicaragua, según las estimaciones del Banco Mundial, las remesas fluyen hacia los más ricos, así en Perú menos del 6% de los hogares que reciben remesas pertenecen al quintil más bajo, mientras que el 40% corresponde al quintil superior. En Nicaragua el panorama es similar con 12% en el más bajo y 33% en el superior.

El patrón de migración de la región tiene como destino principal los Estados Unidos, con un flujo de migrantes latinoamericanos creciente en 86% entre 1990 al 2000.Pero este panorama puede cambiar, debido a que la menor actividad económica en el país del Norte puede expulsar de la economía a trabajadores migrantes, reducir salarios y hacer menos atractivas las jornada laborales, repercutiendo desfavorablemente en muchas economías regionales, en especial las centroamericanas.

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